¡Más libros para Huari, más espacios para la lectura y el diálogo!

Muy buenas tardes tengan todos ustedes.

En primer lugar, quiero agradecer de corazón por esta oportunidad que nos da la vida de reunirnos, pues luego de casi dos años de pandemia, estar con vida es un verdadero milagro.

Asimismo, quiero agradecer a cada uno de ustedes su presencia esta tarde, pues pese al temor que aún sentimos por ese minúsculo virus que tanta desolación ha traído al mundo, nos hemos reunido aquí, con fe y esperanza en que los días que vendrán serán mejores.

Precisamente, por esa fe en el futuro, por esa esperanza que como seres humanos siempre tenemos latente en nuestros corazones, es que los hemos convocado hoy con el fin de presentarles un trabajo realizado en plena pandemia, en los días de encierro, en días y horas grises en los que nos preguntábamos qué más puede pasarnos a los seres humanos para reflexionar respecto de nuestro papel en este mundo, respecto de nuestra obligación como miembros de una sociedad plagada por la violencia, por la inseguridad, por el consumismo, por la indiferencia, por el individualismo y, muchas veces, por la apatía.

En esos días de oscuridad y tal vez de profunda nostalgia fue que surgió la idea de hurgar en nuestro pasado para encontrar allí las sonrisas, las vivencias y los momentos en los que fuimos tan felices. Allí apareció Huari, nuestra tierra hermosa, nuestro terruño anhelado. Allí apareció nuestro hermoso barrio Santa Rosa de antaño: sus amplias pampas verdosas, sus cipreses adornando sus calles, sus frondosos y aromáticos eucaliptos. Allí resurgió, en medio del encierro y la soledad, esa infancia feliz en la que todos los niños éramos libres y disfrutábamos de vivir en un entorno en el que los juegos al aire libre y el vínculo con la naturaleza forjaron nuestra personalidad y nuestra identidad. Resurgió toda esa historia de cómo se construyó nuestro barrio, de cómo sus primeros moradores forjaron lo que ahora se muestra como un barrio creciente, cada vez más grande geográficamente hablando, cada vez más cambiado para quienes llegamos después de tiempo a visitarlo.

Así surgió la idea de contar la historia de nuestro barrio en una publicación que nos permitiera, a su vez, y, en primer lugar, homenajear al Barrio Santa Rosa de Huari en su aniversario en agosto de este año. Felizmente, y pese a no pocas dificultades, así lo hicimos. Es por ello que, con mucho orgullo y alegría, hoy podemos decir que este trabajo es fruto de un esfuerzo mancomunado. Es producto de la unidad que siempre debe primar para sacar adelante proyectos como este que impacten de manera positiva en la sociedad. Y tanto la unidad, el esfuerzo mancomunado como la lucha por el bien común son los valores que definen a la comunidad santarrosina. Esa es la esencia que mejor describe el espíritu de nuestra comunidad. Y me atrevo a afirmarlo con tanta certeza porque crecí con ese ejemplo. 

Fui de las santarrosinas que vivió los años de gloria de nuestro barrio, años en los que nuestros padres, de manera ejemplar y dejando de lado intereses individuales, luchaban por construir el hogar que nos brindaron a nosotros sus hijos. Santa Rosa, inicialmente denominado barrio Los Eucaliptos, surgió así. Y es una historia digna de contar, pues ahora más que nunca necesitamos forjar ciudadanos de bien; ciudadanos comprometidos con su comunidad, con su sociedad; ciudadanos que ejerzan verdadera ciudadanía, porque es esa la base para el desarrollo de nuestros pueblos. Es esta la otra razón, el otro motor que nos empujó a concretar este proyecto de publicación: que los más jóvenes, es decir, los nuevos santarrosinos, conozcan su pasado y lo valoren, que se sientan identificados con su comunidad para así sentirse con el compromiso de seguir bregando por sus necesidades y participando activamente para que la comunidad en su conjunto mejore de manera progresiva su calidad de vida.

En tercer lugar, un aspecto que es central para nosotros es fomentar el amor y el interés por la lectura, quizá con énfasis en la población más joven (niños y adolescentes), pero, en realidad, entre todos los miembros de la comunidad huarina. Ese es un propósito que nos hemos trazado, porque un pueblo que lee, que analiza, que discute y que propone es un pueblo que crece, que mejora, que vela por lo que realmente es importante para la sociedad: la salud, la educación, el acceso a mejores oportunidades de desarrollo personal y social, la equidad, la igualdad y el respeto y la valoración de las diferencias entre peruanos. Solo leyendo y desarrollando el pensamiento crítico de los más jóvenes y de la población en general podemos colaborar activamente con nuestras autoridades, por ejemplo, para que estas se ocupen de lo que es verdaderamente esencial.

¿Estamos cansados de que nuestra salud y nuestra educación no sean prioridad para nuestros gobernantes y autoridades?

¿Estamos cansados de ver que el bien común no es prioridad para quienes llegan al poder?

¿Estamos cansados de ver que la corrupción que impera entre nuestra clase política nos robe nuestros sueños y nuestras ilusiones?

¿Queremos vivir en un país distinto que brinde oportunidades a todos sin importar el apellido, los vínculos amicales o familiares y que, más bien, valore las capacidades de las personas?

¿Queremos que en nuestro Huari se terminen las injusticias y que los huarinos que radican en este hermoso pueblo andino gocen de una mejor calidad de vida?

Si queremos todo esto, entonces leamos, preparémonos, analicemos y luchemos por conseguir todos estos cambios. Porque solo un pueblo preparado podrá fiscalizar de manera adecuada a sus autoridades y podrá colaborar con ellas en bien de todos. Ese es el poder que nos da el conocimiento. Leamos sobre la historia de nuestros pueblos y demandemos, exijamos para Huari más espacios culturales. preguntémonos, amigos huarinos, ¿qué espacios culturales tiene Huari? 

Por ejemplo, a los santarrosinos, les invitaría a trazarse como meta a mediano plazo la construcción de una biblioteca comunal, pues así como tenemos una hermosa capilla, que es el templo en el que los católicos vivimos nuestra fe y nuestra espiritualidad, así nos merecemos tener un templo del saber, un espacio físico repleto de libros en los que santarrosinos chicos y grandes, sin distingos de credo, se den cita para juntos practicar la lectura, la escritura, el diálogo y la creación artística en sus diferentes manifestaciones. Ese debería ser el reto para los nuevos santarrosinos y para las nuevas juntas directivas que se formen. Si los primeros moradores lucharon por la instalación de los servicios básicos como agua, desagüe, luz, etc., ¿por qué las nuevas generaciones de santarrosinos no pueden luchar por la construcción de una biblioteca comunal? ¿Es acaso un objetivo descabellado el que propongo? ¿Es imposible de lograr? Claro que no. El único detalle es que se trata de un bien para todos, de un bien cuyos resultados se verán recién en las futuras generaciones, y es por eso que, muchas veces, no podemos concretar ideas tan valiosas como esta: porque por sobre el bien común siempre priman los intereses particulares e inmediatos. Pero si sobre el individualismo se impusiera el bien común, otra sería la historia de nuestros pueblos y de nuestro país.

¿Por qué solo los niños y adolescentes de Lima y de otras grandes ciudades tienen derecho a acceder a hermosos libros, a hermosas ferias de libros y a diversas actividades lúdicas y culturales?

¿Por qué la población huarina no es merecedora de lindos festivales culturales que nos sirvan de ventana para mostrar nuestra riqueza y diversidad lingüística y cultural?

Debemos unir fuerzas para demandar eso a nuestras autoridades. Y no solo demandar o esperar, sino sobre todo apoyar con ideas, ayudar a nuestras autoridades a gobernar en diálogo con el pueblo, no de espaldas al pueblo.

Huari, en estos momentos, ya debería ser otra ciudad: más desarrollada, más armónica, con más propuestas para sus ciudadanos. Huari, más allá de sus costumbres y tradiciones, que forman parte de su identidad y de su espíritu, debe priorizar el aspecto cultural de índole educativo, artístico, cultural (en el más amplio sentido del término). Huari, a través de sus gobernantes y de sus instituciones, debe valorar más a sus artistas, por ejemplo, en especial a los talentos jóvenes. ¿Cómo? Brindándoles los espacios y las herramientas para desarrollar y potenciar sus talentos. En Huari, debemos fomentar la lectura a través de eventos tales como ferias de libros que nos permitan, a quienes trabajamos en el rubro cultural, mostrar nuestras propuestas y desarrollar eventos que impacten de manera positiva en el pensamiento de la gente y, por ende, en el desarrollo social. 

Ojalá estas demandas que exponemos públicamente hallen eco. 

Sin ánimos de cansarlos ni de extenderme más, finalmente, me permito informar que para sacar a la luz esta revista, hemos participado económicamente varias familias santarrosinas. A todos los santarrosinos de corazón que se han identificado con este proyecto quiero agradecerles públicamente, porque sin su apoyo esta idea no se hubiera concretado. No menciono nombres para no cansarlos y por temor a obviar involuntariamente a algunos, pues al final el listado se incrementó, para alegría nuestra.  

En tal sentido, repito lo dicho el 29 de agosto en la capilla del Barrio Santa Rosa: esta revista es producto de un arduo y minucioso trabajo. Es producto también de la inversión privada (comunidad santarrosina y la empresa Qolke de la que soy socia), pues no hemos recibido incentivo alguno ni ningún tipo de financiamiento de ninguna institución para este número. Este punto es necesario aclararlo, pues queremos ser transparentes con nuestro trabajo, toda vez que esta publicación nace como el primer producto de una casa editorial en construcción, que es un sueño personal ansiado y que se ha trazado como una de sus metas buscar y “descubrir” talentos en nuestra comunidad huarina, en primer término, y, por extensión, en nuestra provincia y en nuestra región. 

Sabemos que el nuestro es un proyecto complejo, duro y quizá casi casi un "salto al vacío", pero nos mueve la fe y el deseo genuino de ver que Huari se convierta en esa ciudad que está llamada a ser: una capital de provincia que resplandece culturalmente hablando, que proyecta conocimiento, que valora su compleja historia pero que, a la vez, cultiva entre su gente la reflexión, el pensamiento crítico, la producción intelectual, el amor por la creación y por el ejercicio de una ciudadanía responsable. 

Es preciso en este punto remarcar que la producción de libros, la actividad de escribir, así como las diversas etapas que preceden a la publicación de un título, como lo son la diagramación, el diseño, la revisión, la corrección de estilo, entre otras, son etapas de arduo trabajo que, por eso mismo, implican un costo. Además, para esta primera entrega, en nuestro afán por promover la creación artística de talentosos huarinos, hemos contado con el trabajo artístico de Dind Pujay, huarino que nos enorgullece con sus obras. En tal sentido, nuestro esfuerzo económico y nuestras ganas de ofrecer a nuestra comunidad un trabajo de calidad lo podrán palpar ustedes mismos al tener la revista en sus manos.

Es por eso, estimados amigos huarinos, que este logro es muestra de que unidos los ciudadanos podemos lograr grandes hazañas, al margen de nuestras autoridades. Este volumen, como ya lo hemos dicho, es resultado del amor a nuestro barrio, del amor y la pasión por la escritura y del deseo de ejercer nuestra labor educadora y de fomento de la cultura que tan necesarios son para el desarrollo de los pueblos. 

Queridos amigos y paisanos, como huarinos, tenemos mucho que decirle al Perú y al mundo. Somos portadores de una cultura milenaria y somos muy capaces de revertir la situación de estancamiento educativo en el que nos encontramos. Nuestra provincia y nuestra ciudad piden a gritos la activa participación ciudadana para hacerle frente a los cambios que se presentan en el día a día. Quienes viven en Huari y quienes venimos a visitar nuestra tierra regularmente somos testigos de que los muchos cambios que se han suscitado a nivel de la dinámica urbana, por ejemplo, no se están enfrentando de manera adecuada; por el contrario, parece ser que la indiferencia y la pasividad imperan. No lo permitamos. Es muy grave lo que ocurre, pues significa que los jóvenes están formándose sin la capacidad de análisis ni de sentido crítico para ejercer presión y ciudadanía responsable. 

¡Muchas gracias por su atención! ¡Gracias, por supuesto, a la Municipalidad de Huari por habernos brindado este espacio y las facilidades del caso para poder reunirnos el día de hoy y llevar a cabo la presentación oficial de la revista Wiñay Marca a la comunidad huarina! ¡Gracias a cada uno de los presentadores de la revista! ¡Muchas gracias a todos y todas por habernos regalado su valioso tiempo!

No olvidemos, queridos amigos, que invertir en cultura es invertir en crecimiento, en desarrollo, en poder, porque solo el conocimiento nos hará libres.

¡Muchas gracias!

 

Yoshi Sotomayor Torres

Directora de la Revista Wiñay Marca

Huari, 5 de octubre de 2021 






 

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