No te pierdas
No te pierdas. No te pierdas nunca de ti misma. No te pierdas en el bullicio de la gente, en la incomprensión de la gente, en la amargura de la gente. No te pierdas. No te pierdas nunca de ti misma. De tus gestos, de tus ademanes, de tus momentos de gloria. De esos momentos de luz en los que brillaste por ti misma y para tus adentros. No hacia afuera. No para ellos o ellas. Para ti. Para tus más internos fueros que te remecían de anhelos, de esperanzas, de deseos. De deseos de reír, de deseos de llorar, de deseos de vivir. No te pierdas eso. No te pierdas de eso. Y si te perdiste. Para. Retoma el camino. Vuelve los ojos, pero, sobre todo, vuelve la mirada. Vuélvela. Hacia ti. Hacia ti misma. Y envuélvete en ti misma. No te sueltes. No te dejes ir. Revive. Renace. Retoma tu vida con el amor que siempre te tuviste. Con el amor que siempre palpitó en ti por ti misma. Por tu esencia. Por tu propio ser.
No te pierdas. No te pierdas
nunca.
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